Nuestro origen

Un santuario natural

A 1.720 metros de altitud, en el corazón de la Sierra de Albarracín, se encuentra el origen de nuestra pureza.
Sierra de Albarracín

Un santuario natural protegido

Un tesoro de biodiversidad en el corazón de Teruel

La Sierra de Albarracín es uno de los parajes naturales mejor conservados de la Península Ibérica. Un vasto territorio de montañas y valles profundos, cubierto por inmensos bosques de pino albar que purifican el aire y protegen la tierra.

Este entorno, declarado Paisaje Protegido, es un refugio para una rica biodiversidad, donde el silencio solo es interrumpido por el murmullo del viento y el sonido de la vida salvaje. Es en este enclave privilegiado, lejos de cualquier foco de contaminación urbana o industrial, donde la lluvia y la nieve pura inician un viaje que convertirá el agua en un regalo de la naturaleza. La altitud, la pureza del aire y la riqueza del ecosistema son los primeros guardianes de la calidad de Aguas Bronchales.

Las cuarcitas rosas

El viaje secreto del agua

El verdadero secreto de la personalidad única de Aguas Bronchales se encuentra bajo tierra.

Una vez que el agua de la lluvia y el deshielo se filtra en el subsuelo, comienza un lento y largo peregrinaje a través de un acuífero geológicamente singular. Durante años, cada gota se abre paso pacientemente a través de capas de cuarcitas rosas, unas rocas de origen paleozoico que actúan como un filtro natural perfecto.

Este proceso es una obra maestra de la naturaleza. Las cuarcitas, por su composición, no solo purifican el agua hasta alcanzar una pureza extraordinaria, sino que también le confieren su característica más preciada: una mineralización muy débil. A diferencia de otros terrenos más calcáreos, estas rocas apenas le transfieren minerales, dando como resultado un agua con un residuo seco excepcionalmente bajo (solo 35 mg/l). Es este viaje subterráneo el que le otorga su ligereza inconfundible, su sabor neutro y su equilibrio perfecto, convirtiéndola en un agua de una finura excepcional.

Las Fuentecillas

La cuna de nuestra agua

El punto exacto donde la pureza emerge

Tras su largo y enriquecedor viaje por el corazón de la montaña, el agua finalmente emerge a la superficie en el manantial «Las Fuentecillas». Este no es un lugar cualquiera; es el punto exacto donde culmina un proceso natural de décadas. El agua brota de forma constante, fresca y pura, con la misma composición equilibrada durante todo el año, un testimonio de la estabilidad y la grandeza del acuífero que la alimenta.

Nuestra labor en este punto es de máximo respeto y mínima intervención. La captación se realiza directamente del manantial para guiar el agua a través de un circuito cerrado hasta nuestra planta de envasado, situada a pocos kilómetros. De esta forma, garantizamos que el agua no entra en contacto con ningún elemento externo, preservando la pureza microbiológica y las propiedades que la naturaleza le ha otorgado desde su origen más profundo.

Ahora que conoces el viaje, siente el resultado