Un santuario natural protegido
La Sierra de Albarracín es uno de los parajes naturales mejor conservados de la Península Ibérica. Un vasto territorio de montañas y valles profundos, cubierto por inmensos bosques de pino albar que purifican el aire y protegen la tierra.
Este entorno, declarado Paisaje Protegido, es un refugio para una rica biodiversidad, donde el silencio solo es interrumpido por el murmullo del viento y el sonido de la vida salvaje. Es en este enclave privilegiado, lejos de cualquier foco de contaminación urbana o industrial, donde la lluvia y la nieve pura inician un viaje que convertirá el agua en un regalo de la naturaleza. La altitud, la pureza del aire y la riqueza del ecosistema son los primeros guardianes de la calidad de Aguas Bronchales.